Todo lo que existe se rige por el número
Si en el vídeo anterior hablé del ternario alquímico del azufre, el mercurio y la sal, hoy nos adentraremos en el simbolismo que entraña el diez. El considerado como el número perfecto: conformado mediante la suma del uno, el dos, el tres y el cuatro. No en vano es la nota que se asigna a los estudiantes más aplicados, puntuación máxima a la que se aspira en algunas disciplinas deportivas.
Y es que Pitágoras aseguraba que todo lo que existe se rige por el número. Conocimiento que transmitía a los matematikoi y que estaba vedado al resto. Filósofo al que mencioné en mi libro El poder del símbolo. Afirmación que se puede encontrar igualmente en la Biblia, donde se revela que Dios dispuso la Creación según el número, el peso y la medida (Sabiduría 11, 20).
El número diez en la Biblia
Sagradas Escrituras donde el diez está muy presente. Porque diez eran los mandamientos que entregó el Todopoderoso a Moisés en el monte Sinaí (Éxodo 20, 1-17). Diez eran las plagas de Egipto que relata el Éxodo. Diez los leprosos que curó Jesús (Lucas 17, 12-17). El pueblo del Señor debía entregar la décima parte de todo lo producido, el diezmo (Deuteronomio 14). Pueblo que puso «a prueba» al Altísimo «diez veces» antes de entrar en la Tierra Prometida (Números 14, 22). Por su parte en el Talmud se dice: «Diez medidas de [magia] descendieron al mundo; Egipto recibió nueve, y el resto del mundo la otra». Y también diez son las sefirot que componen el Árbol de la Vida en la cábala.
La Tetraktys
Uno de los principales elementos de la doctrina pitagórica era la Tetraktys. Triángulo místico en el que los pitagóricos dibujaban diez puntos distribuidos en cuatro filas. En la primera, en el vértice de esta figura geométrica, se situaba el Uno, la fuente primigenia.
«La Tetraktys era un triángulo místico en el que los pitagóricos dibujaban diez puntos distribuidos en cuatro filas». Share on X
En la segunda fila aparecían dos puntos, la dualidad. Debido a que todo se define en relación con su opuesto. En el siguiente nivel se ponían tres puntos, número tres que consigue el equilibrio entre el uno y el dos. Tres puntos que de la misma forma señalan los masones en su escritura. Desde la postura tricotomista de los gnósticos: cuerpo, alma y espíritu. Nefesh, Ruaj y Neshamá para la cábala. El ternario de Osiris-Isis-Horus en el Antiguo Egipto.
En la base del triángulo había cuatro puntos. Cuatro asimilado a la concreción, lo terrenal. Como cuatro son los elementos: tierra, aire, agua y fuego. Las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. O los cuatro puntos cardinales: Norte, Sur, Este y Oeste. Cuatro que se sintetiza en la piedra cúbica masónica, propia del compañero, sobre la que se alza una pirámide cuando se asciende a maestro. Cuadrados que se dibujan con la escuadra, alegoría de lo material.
Finalmente, llegar al diez comportaba comenzar nuevamente. Por lo tanto, era la totalidad. Ya que las corrientes iniciáticas defienden que «todo es Uno». Uno del que se parte y está presente en cada porción de lo creado. Motivo por el que Jesús conminaba a ser todos uno con él (Juan, 17-21).
«Las corrientes iniciáticas defienden que todo es Uno. Uno del que se parte y está presente en cada porción de lo creado». Share on X
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La perfección del número 10 –
(c) –
Ibiza Melián
Bibliografía
Daza, J. C. (2009). Diccionario Akal de Francmasonería. Madrid: Ediciones Akal (Obra original publicada en 1997).
La Biblia. La Santa Sede. Obtenido el 4 de noviembre de 2019, de: https://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM