📣 Ley y orden

Discurso sobre Ley y orden, de a escritora Ibiza Melián

Gente de orden

Hablaba Serrat en su mítica canción de un pueblo blanco «que se olvidó de llorar». Y se preguntaba el cantautor: «¿Por qué nacerá gente si nacer o morir es indiferente?». Desgarradoras palabras de dolor por una nación condenada a no pasar página, a revivir una y otra vez los mismos errores. Una nación dividida en dos facciones que se afanan por imponer su versión del mundo la una sobre la otra. Una nación que, como dice aquella otra letra de Alejandro Sanz, tiene su «corazón partío». Muy buenas tardes a todos, mi nombre es Ibiza Melián y soy escritora.

«Una nación dividida en dos facciones que se afanan por imponer su versión del mundo la una sobre la otra». Share on X

Me gustaría agradecer enormemente a Ana Larraz Galé el invitarme a la presentación de su novela. Mi querida compañera de letras en el grupo de escritores canarios Caprichos Literarios. En el libro que hoy nos trae aquí, Gente de orden, Ana relata sus raíces familiares. Descriptiva narración de la vida de unos personajes a los que les tocó transitar por una de las etapas más convulsas de nuestra reciente historia. Trayectorias vitales que nos dejan entrever el caldo de cultivo del enfrentamiento de las perennes dos visiones de España.

La defensa de unos mismos valores

Un pueblo que desde sus albores suspiraba por un «cirujano de hierro» que lo arreglase todo. Capaz de garantizar la estabilidad, de hacer que parezca que hay cambios cuando todo sigue igual. Preservar la identidad por encima de lo demás. Desde que los Reyes Católicos se vieran obligados a expulsar a los judíos mediante el Edicto de Granada en 1492. A consecuencia de las revueltas provocadas por el intento de los monarcas de situar a los hebreos en los puestos de poder, al considerarlos los más aptos para dichos cargos. Pero sus compatriotas no estaban dispuestos a perder aquello que por derecho creían que habían ganado gracias a la espada durante la Reconquista. Así que los soberanos tuvieron que ceder.

«Un pueblo que desde sus albores suspiraba por un cirujano de hierro que lo arreglase todo. Capaz de garantizar la estabilidad, de hacer que parezca que hay cambios cuando todo sigue igual». Share on X

La Inquisición

Con posterioridad, apoyados en una Inquisición dependiente de la Corona, se buscó conseguir la cohesión social a través de unos dominantes valores. Valores que debido muchas veces a la escasez de formación del clero y a una transmisión de la Palabra en latín, idioma mayormente incomprendido por el pueblo, se centró en exceso en el rito exterior. Procesiones, ayunos, misas, penitencias se erigieron en señas de identidad. Y todo aquel que se saliese de los márgenes era señalado. Procesos que se dirigieron primeramente contra los «cristianos nuevos», para pasar luego a controlar el ámbito privado de los «cristianos viejos». Vestir al discrepante con el «sambenito» se convirtió en el deporte preferido. El traje de la vergüenza que se colocaba a aquellos que osaban salirse de la senda dibujada.

Mas con ello se garantizaba el orden. Situación, que no dejó muchas veces de ser advertida por el alto clero. De ahí que resulten entendibles los pocos casos tramitados por hechicería, en número muy inferior al resto de Europa. Ya que las autoridades eclesiásticas deducían que el germen de las denuncias estaba en la fecunda imaginación de unos ciudadanos prácticamente iletrados.

El paso de Antiguo al Nuevo Régimen

Con este modus operandi se logró garantizar el orden durante muchísimo tiempo en nuestro país. No obstante, con la llegada de los vientos de la Ilustración ciertos sectores fueron imbuidos de los nuevos aires de libertad que venían de Europa. Lo que se consumó con la primera Constitución, la de 1812, donde se acuñó el término liberal.

Si el paso del Antiguo al Nuevo Régimen fue gradual en los Estados colindantes, en España se generó una acerada animadversión entre polos opuestos. Entre aquellos que querían acabar de un plumazo con todo el pasado y los que defendían firmemente sus creencias. Mientras que los que trataban de encontrar una vía de entendimiento entre ambas posturas eran una y otra vez aplastados. Una tercera España que se alejaba poco a poco y quedaba en un mero esbozo, atrapada entre la bruma del odio que rezumaban «las dos Españas».

«Una tercera España que se alejaba poco a poco y quedaba en un mero esbozo, atrapada entre la bruma del odio que rezumaban las dos Españas». Share on X

Las dos Españas

Precisamente en el periodo de elaboración de la Constitución de 1812 Blanco White alertaría que de perseverar estos dos extremos «…males, y males sin fin amenazan a mi infeliz patria; abatimiento, ahora; agitaciones y horrores, más adelante»[1]. Lamento que con el tiempo se transformó en una realidad incontestable. Nuestro insigne literato Benito Pérez Galdós se pronunciaba en similar línea[2]. Y Antonio Machado definiría el trágico problema a través de unos hermosos versos:

«Españolito que vienes
al mundo, te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón»[3].

Un «cirujano de hierro» que lo arregle todo

Ante los fanáticos de un sector y del otro, incapaces de alcanzar un punto de encuentro y empeñados en hacer prevalecer su visión, la inestabilidad se adueñaba de la sociedad. De manera que el pueblo suspiraba por un «cirujano de hierro». Joaquín Costa, adalid del regeneracionismo patrio exigía

«…un cirujano de hierro, que conozca bien la anatomía del pueblo español […]. Ese gobernante, ese libertador, que ha de sacar a la nación del cautiverio en que gime…»[4].

En suma: «Ley y orden». Premisa bajo la que se puede entender la llegada al poder de Miguel Primo de Rivera en 1923, sin casi oposición. Aclamado por parte de la burguesía catalana, quienes querían que terminara con la conflictividad en las calles. Dimitió como dictador en 1930, instante en el que se iniciaría la denominada «dictablanda». Luego, en 1931, se proclamaría la Segunda República.

El choque de trenes

Empero, el combate larvado entre bandos continuó. El final de la Segunda República se precipitó con el asesinato del político conservador Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936. Hecho con el que concluye la novela de Ana Larraz Galé, Gente de orden. Porque eso era lo que anhelaban los españoles. Que se les garantizase un orden para proseguir con sus sencillas vidas, para ocuparse nada más que de su devenir diario, de las esperanzas y desilusiones de su ámbito familiar.

Días después de la muerte a tiros de Calvo Sotelo se produjo el Alzamiento Nacional. Hecho que permitiría a Franco presentarse como un digno sucesor de Miguel Primo de Rivera. Otro «cirujano de hierro» movido por el presunto propósito de restaurar nuevamente la «ley y orden».

Pero lo que iba a ser una simple intervención, se alargó hasta que el dictador murió. Unamuno, al ver que Franco tras restaurar el orden no tenía intención alguna de entregarlo a un gobierno democrático, embargado por una profunda pena exclamaría: «¡Qué cándido y qué ligero anduve al adherirme al movimiento de Franco!»[5]. Idéntico presentimiento que albergó uno de sus compañeros en el Alzamiento Nacional, el general Cabanellas, quien ya desde los primeros meses de la contienda temía que Franco tras asumir el mando no lo cediese[6].

La eterna lucha fratricida

Salvador de Madariaga declararía:

…no podía hablar a favor de los rebeldes, porque negaban todo lo que yo consideraba válido; no podía hablar por los revolucionarios, no sólo porque no creía en sus métodos (ni, en el caso de algunos de ellos, en sus objetivos), sino porque no defendían lo que decían defender. Se llenaban la boca con democracia y libertad pero no permitían vivir ni a la una ni a la otra[7].

Fanáticos de un lado y del otro que se empecinan en acallar al contrario. Siglos de avances y retrocesos, de intentos infructuosos por hacer que prevalezca la deseada concordia. Una tierra madre dolorida que asiste desolada a la lucha fratricida de sus hijos. Una España aclamada por muchos y denostada por otros tantos. Una España que llora por no poder dejar atrás su pesada losa. Una España que sueña con ver cómo sus vástagos conviven sin enfrentarse cruelmente entre ellos.

«Fanáticos de un lado y del otro que se empecinan en acallar al contrario. Siglos de avances y retrocesos, de intentos infructuosos por hacer que prevalezca la deseada concordia». Share on X

Muchísimas gracias Ana por permitirnos acercarnos a nuestro pasado a través de los ojos de tu familia. Y muchísimas gracias a todos por asistir a este acto.


Ley y orden –
(c) –
Ibiza Melián

Notas

[1] Martínez de Pisón Cavero, J. M. (2005). Los inicios del pensamiento liberal español: José Mª Blanco White. Revista electrónica del Departamento de Derecho de la Universidad de La Rioja, REDUR, n.º 3. Obtenido el 21 de febrero de 2019, de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1396374

[2] Varela Olea, M. A. (2018). Albores de la Tercera España en Galdós. En Arencibia, Y. et al. (eds.), La hora de Galdós, pp. 361-373. Gran Canaria: Cabildo.

[3] Machado, A. (1917). Españolito que vienes al mundo. En Proverbios y cantares.

[4] Costa, J. (1902). Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla. Madrid: Imprenta de los hijos de M.G. Hernández.

[5] López, R. (7 de junio de 2012). Blanco: «Unamuno apoyó el golpe del 36 al creer que era a favor de la República». Faro de Vigo.

[6] Barreira, D. (2019, 5 de junio). La intrahistoria de cómo Franco se proclamó jefe del Estado: así se rindieron los generales críticos. El Español.

[7] Cita extraída de: Varela Olea, M. A. (2018). Albores de la Tercera España en Galdós. En Arencibia, Y. et al. (eds.), La hora de Galdós, pp. 361-373. Gran Canaria: Cabildo.

Bibliografía

Arencibia, Y. et al. —eds.— (2018). La hora de Galdós. Gran Canaria: Cabildo.

Barreira, D. (2019, 5 de junio). La intrahistoria de cómo Franco se proclamó jefe del Estado: así se rindieron los generales críticos. El Español.

Ben-Ami, S. (2012). El cirujano de hierro. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930). Barcelona: RBA Libros.

Costa, J. (1902). Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla. Madrid: Imprenta de los hijos de M.G. Hernández.

López, R. (2012, 7 de junio). Blanco: «Unamuno apoyó el golpe del 36 al creer que era a favor de la República». Faro de Vigo.

Machado, A. (1917). Proverbios y cantares.

Martínez de Pisón Cavero, J. M. (2005). Los inicios del pensamiento liberal español: José Mª Blanco White. Revista electrónica del Departamento de Derecho de la Universidad de La Rioja, REDUR, n.º 3. Obtenido el 21 de febrero de 2019, de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1396374

Martínez Millán, J. (2007). La Inquisición española. Madrid: Alianza Editorial.

Melián, I. (2015). La corrupción en España y sus causas. Createspace Independent Publishing Platform.

Melián, I. (2017). Historias de un pueblo (Segunda edición). Createspace Independent Publishing Platform (Obra original publicada en 2011).

Melián, I. (2018). La corrupción inarmónica. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas (RIPS), Vol. 17, núm. 2, pp. 181-206. Obtenido el 26 de mayo de 2019, de: https://www.usc.es/revistas/index.php/rips/article/view/5207/6174

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