Maestra de Cábala
Ayer siete de julio defendí con éxito el trabajo final de la Maestría de Cábala dirigida e impartida por Mario Javier Sabán. Después de dos años de un profundo estudio ya puedo celebrar que soy maestra de cábala. Durante este periplo presenté en el primer cuatrimestre mi análisis sobre la irrupción del misticismo judío en su contexto histórico y el examen del Árbol de la Vida, en el segundo abordé la meditación de los 72 Nombres de Dios y en el tercero la del Ana Becoaj. En este último cuatrimestre en una presentación oral diserté acerca de la incidencia de la cábala y especialmente de su teoría de la reencarnación en la filosofía moral.
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La filosofía perenne
Puesto que como doctora en Ciencias Sociales y Jurídicas he continuado mi línea de investigación respecto a qué lleva a territorios concretos de Occidente a albergar mayores o menores niveles de desviación. En mi tesis doctoral hice un recorrido por ese pensamiento larvado que contribuyó a configurar nuestras sociedades contemporáneas. Mas gracias a esta Maestría de Cábala y a los cursos realizados en la Universitat de Barcelona con Raimon Arola sobre simbología en la filosofía perenne he podido reafirmar su trascendencia. Sin olvidar la importancia de las clases del clérigo de los teatinos Antonio Oliver Monserrat. Quien a pesar de haber fallecido en 1994 sus alumnos recopilaron su magistral actividad docente y tuvieron a bien compartirla conmigo, material por el que le estaré eternamente agradecida a José María Jiménez Tostado.
Filosofía moral
Porque ya lo dijo Kant: «Dentro de nosotros hay algo que nunca dejamos de admirar […]. Esa capacidad de realizar con nuestra naturaleza sensible tamaños sacrificios en aras de la moralidad». Empero, si olvidamos esa esencia nos abocaría a quedar atrapados por los instintos de Nefesh, aquellos impulsos más primarios. Presa fácil para caer en la «banalidad del mal», como Hannah Arendt lo definió. Sin estudio de la filosofía y de esta prisca theologia caeríamos en la idolatría, en entregar a otros nuestra capacidad de pensar y simplemente nos dejaríamos llevar. Ya que en estas enseñanzas radica la raíz de la libertad, en consonancia con el «discurso sobre la dignidad del hombre» de Pico della Mirandola.
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La Edad del Espíritu Santo
Y es que no puedo dejar de rememorar las palabras del adalid del librepensamiento Giordano Bruno:
…vendrá un tiempo en el que […] nadie elevará sus ojos al cielo, el religioso será considerado como demente, se pensará que el impío es prudente, el furioso, fuerte, y el pésimo, bueno. Y creedme, entonces se le aplicará la pena capital a aquel que se dedique a la religión de la mente; porque se hallarán nuevas justicias y nuevas leyes, no se hallará nada santo y nada religioso: no se oirá cosa digna del cielo o lo celestial.
Sin embargo, mi más ardiente deseo sería que se materializase cuanto antes lo que el abad calabrés denominó como «la Edad del Espíritu Santo». Aquella etapa en el que el ser humano habrá evolucionado y asumirá el imperativo categórico kantiano: hacer el bien por el bien mismo y no por miedo a un castigo externo. Utópica fase en la que ya no se necesitarían ni leyes ni gobiernos, ya que cada cual habría logrado la mejor versión de sí mismo.
Gracias
Próximamente publicaré un nuevo libro, ya el número quince, en el que profundizaré en estos temas. Y es que como decía el escritor cubano Carlos Alberto Montaner: «Lo mejor de escribir es poder aprender». Aprendizaje reforzado por el feedback que tan amablemente me transmiten los lectores a través de sus comentarios, a los que desde aquí quiero agradecerles enormemente su tiempo e interés por mis humildes palabras. También a mis seguidores en redes sociales, a los suscriptores de mi blog y por supuesto a los de mi canal de YouTube. Todos ellos son una fuente de inspiración y aliento para seguir adelante.
Como he dicho en múltiples ocasiones: Los escritores soñamos con transformar la sociedad a través de las ideas esculpidas en nuestros libros; pero son los lectores las que las hacen germinar, sin ellos nada es posible. Porque un libro sin lectores es simplemente letra muerta, así que infinitas gracias por dar vida a mis palabras y acompañarme en este camino.
Los escritores soñamos con transformar la sociedad a través de las ideas esculpidas en nuestros libros; pero son los lectores las que las hacen germinar, sin ellos nada es posible. Share on X Un libro sin lectores es simplemente letra muerta, así que infinitas gracias por dar vida a mis palabras y acompañarme en este camino. Share on X