Existen unos «símbolos fundamentales» presentes en todas las culturas. Alegorías de la emanación divina que remueven el interior del individuo. Entre estas figuras cabe citar en un lugar preeminente a las formas geométricas elementales: el círculo, el triángulo y el cuadrado. El círculo representa el cielo. Por su parte la tradición ancestral planteaba que en los inicios solo existía el Uno, el Creador con su propio pensamiento. Pero un día necesitó comunicarse y surgió el Dos, la palabra. En tanto el Tres era el encargado de conectar el Uno con el Dos, de que ambos lograran el equilibrio. En terminología cristiana: Dios, el Hijo y el Espíritu Santo. De manera que el Tres constituye el triángulo. Y dos triángulos rectángulos unidos conforman un cuadrado, la materia.