La imagen cultual

La imagen cultual de Jesús

La prohibición entre los judíos de venerar imágenes

Para los judíos era imprescindible la palabra, necesaria para poder leer el texto sagrado. Por eso reputaban la escritura como fuente de conocimiento. Debido a ello en el siglo primero ya se situaban entre la población más alfabetizada del Imperio romano. Asimismo, la Biblia negaba toda posibilidad de venerar a una imagen, considerado como idolatría. Conforme al mandato de Dios: «No te harás ninguna escultura y ninguna imagen […]. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto…» (Éxodo 20, 4-5).

La imagen de culto para los católicos

Empero, el cristianismo, eminentemente paulino, recibió una profunda impronta del mundo helénico. Y es que san Pablo provenía de Tarso, enclave imbuido del pensamiento griego y sobre todo de un platonismo muy difundido entre el pueblo. De ahí que se asumiera la perspectiva de la imagen de esta cultura.

Por otro lado, con el propósito de mantener unidos a los miembros de la Iglesia hasta que llegara la segunda vendida de Cristo, parusía, se controló el dogma. De modo que la institución era la única autorizada para determinar cómo interpretar el mensaje. Por tanto, no se requería saber leer o escribir. Salvo los obispos, sucesores de los apóstoles, ningún otro podía transmitir la palabra divina. Por miedo a que el grupo se fragmentara. Tiempo después se permitiría a los obispos compartir esta facultad con los presbíteros.

Cristo: el Verbo Encarnado

Luego, ante una grey cristiana mayormente iletrada se empleó la imagen con un fin didáctico. Porque Cristo era el Verbo Encarnado, el Todopoderoso hecho hombre. Un ser humano creado a imagen y semejanza divina (Génesis 1, 26). Por consiguiente, contemplar a Jesús, comportaba la presencia del «Padre» (Juan 14, 9). Imagen que supuso para los místicos, el clero instruido, la vía para llegar a la iluminación. Arrobamientos que generaban desconfianza y los colocaba bajo la lupa de la Inquisición.

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La imagen cultual –
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Ibiza Melián


Bibliografía:

Besançon, A. (2003). La imagen prohibida. Madrid: Ediciones Siruela.

Cirlot, V. (2019). Clase 4.1. La imagen sagrada medieval. Curso Simbología: planteamientos teóricos. Impartido por la Universidad de Barcelona. Obtenido el 4 de enero de 2019, de: https://www.arsgravis.com/curso-de-simbologia/

La Biblia. La Santa Sede. Obtenido el 25 de octubre de 2018, de: https://www.vatican.va/archive/ESL0506/_INDEX.HTM

Melián, I. (2018). La corrupción inarmónica. Revista de Investigaciones Políticas y Sociológicas (RIPS), Vol. 17, núm. 2, pp. 181-206. Obtenido el 26 de mayo de 2019, de: https://www.usc.es/revistas/index.php/rips/article/view/5207/6174

Piñero, A. (2008). Año I. Israel y su mundo cuando nació Jesús. Madrid: Ediciones Laberinto.

Piñero, A. (2015). Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino. Madrid: Editorial Trotta.

2 comentarios en “La imagen cultual”

  1. Hola Ibiza, me interesan siempre tus escritos.
    A que te refieres cuando hablas de «iluminación» en el cristianismo ? Escritos canónicos ? Me parece que esta idea de iluminación esta antinómica con la noción de dogma, de verdad revelada en la que se basa el catolicismo.
    Un cordial saludo

  2. Muchísimas gracias Jean-Michel por leer mis escritos y por tu interés en los temas que abordan.

    La iluminación es el momento en el que se produce la conexión con la esencia primigenia. Catalogada como episodios de éxtasis o arrobamiento. Y a pesar de que el objetivo último de la «Gran Iglesia» era preservar la unión del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12, 27) hasta que aconteciese la Parusía, la segunda venida del Señor, en la religión cristiana siempre hubo místicos. Como el episodio que sufrió san Pablo de camino a Damasco (Hechos 9). O el que padeció 14 años antes (2 Corintios 12, 2).

    Dentro de esta corriente cabe destacar a san Bernardo de Claraval. Quien recibió de la Virgen María su leche, es decir, el equivalente al conocimiento en los demás cultos mistéricos. No obstante, sus postulados perdieron la partida frente al racionalismo de la escolástica. Pues para san Bernardo era necesario conjugar razón e intuición para llegar a Dios. Defendía que condicionarlo exclusivamente al aspecto racional traería nefastas consecuencias. Es más, santo Tomás de Aquino, referente de la escolástica, tras experimentar un fenómeno de arrobamiento no pudo concluir su Suma Teológica. Pues el Aquinate consideraba que todo lo que había escrito hasta ese momento era «como paja».

    En esta línea de fe intimista se sitúa también el Maestro Eckhart que tuvo una gran impronta en el idealismo alemán. Y en España no podemos olvidar a santa Teresa de Jesús o a san Juan de la Cruz. Un san Juan de la Cruz que describió magistralmente la «noche oscura del alma». O los llamados «alumbrados» que fueron señalados por la Inquisición. Por citar algunos nombres.

    La Iglesia trató de controlar el mensaje para evitar desviaciones en el mismo o malas interpretaciones y que esto a su vez provocara la fragmentación del grupo. Pues hay que entender su postura en su contexto y como artífice de la unión de las diferentes tribus europeas bajo el paraguas de unas mismas creencias. Y aunque san Pablo alentó a que los débiles y los fuertes espiritualmente convergieran en el mismo punto, eso no quita para que en el catolicismo brotara una corriente sumamente espiritual que aspiraba a la conexión directa con el Todopoderoso. Para los que la meta era que Cristo renaciera en el corazón del creyente.

    Un abrazo enorme.

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