Capítulo XIX: Supuestas arbitrariedades en las licitaciones municipales

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Las coloridas buganvillas, repletas de diminutas gotas de lluvia, resaltaban más que nunca sobre las blancas fachadas. Los primeros rayos de luz, que se asomaban entre los resquicios de los negros nubarrones, se proyectaban sobre sus hermosas flores, reflejando su efímera imagen en los pequeños riachuelos surgidos calle abajo con la tormenta. Al fondo se divisaba el reloj del Ayuntamiento, marcando ya casi la una de la tarde. Libertad y yo nos apresuramos, pues habíamos quedado a esa hora con Frédéric para almorzar en su casa.

El hogar de los descendientes de Bastiat se hallaba contiguo al impresionante y longevo consistorio. Tocamos en la enorme puerta de la entrada. El postigo estaba abierto, por lo que percibimos nítidamente los pasos de alguien que se acercaba. Era Frédéric, quien nos abrió rápidamente, invitándonos a entrar. Y con una amplia sonrisa exclamó:

¡Hola chicos! He preparado cuchifrito, y de entrante, un riquísimo queso. Eso sí, hecho por ti, Pedrín. El que te compré la semana pasada. Por cierto, te felicito, porque cada día te superas, está increíblemente delicioso. Sin que falte un estupendo vino de la bodega familiar. Comprendo que mi abuelo no sea de vuestro agrado, ni del mío tampoco, para qué disimular; sin embargo, hemos de reconocer que elabora unos caldos excepcionales.

Pasamos al comedor directamente. Donde se encontraba la mesa ya dispuesta. Y después de saborear un poco de queso y jamón, Libertad comenzó a hablar:

Frédéric, sé que te pongo en un aprieto, tanto personal como profesionalmente, al informarte en privado sobre lo que está ocurriendo en Matahambre. No obstante, simplemente deseo que me indiques a quién dirigirme para que me asesore jurídicamente sobre cómo afrontar el asunto en cuestión. No pretendo nada más,  pues nunca me perdonaría el hacer peligrar nuestra amistad. La cual estimo por encima de cualquier cosa. Y si te preguntas por qué no acudo a mi padre, siendo abogado del Estado, aunque ahora ya jubilado, la respuesta es bien sencilla, él no quiere oír nada sobre el tema. Y es que cada día me implora que abandone cuanto antes la política.

»Se rumorea que a Golfi le ha ido bastante mal en sus negocios. Cuentan también, que ha amañado con el alcalde actual, para más señas tu tío, hacerse con diversas concesiones municipales. Para así poder sufragar sus numerosas pérdidas y hacer frente a los cuantiosos compromisos económicos adquiridos en su ruinosa actividad empresarial.

»No sé el grado de certeza de esos comentarios. Aunque si pasásemos en estos momentos por ciertas obras locales, recientemente adjudicadas por la corporación en mesa de contratación, contemplaríamos como al frente de ellas se sitúan íntimos amigos del exregidor. Mas, seguramente, si nos acercáramos al registro mercantil para constatar la administración y composición de las referidas sociedades, muy probablemente nos toparíamos con nombres muy distintos a los mencionados. Inclusive, se han planteado incidentes de paralización de un expediente en curso, una vez publicitado el pliego de condiciones y recibidas las ofertas de cada participante. Si bien, la versión oficial, para tan insólito acto administrativo, apunta a algún premeditado defecto de forma. Para finalmente terminar por ganar el concurso, como no cabría ser de otro modo, alguien presuntamente vinculado al clan. Al que califican irónicamente como La banda de Juan Palomo: yo me lo guiso y yo me lo como.

A lo que Frédéric contestó:

Libertad, no sabes donde te metes, lo que hasta ahora te han hecho a ti y a los tuyos es poco. Aquí no hay nada personal contigo, no lo olvides nunca, simplemente eres un estorbo en medio de sus intereses económicos. No dudarán ni un minuto en eliminarte. Y cuentan con el apoyo de otras personas, ubicadas en los puestos que menos te imaginas.

»Déjalo ya. Acuérdate de los disparos contra el primer edil del municipio alicantino de Polop de la Marina, mientras aparcaba el coche frente a su casa. El asesinato del de Fago. ¿Quieres acabar así? No tienes pruebas. Aunque los que vivamos en Matahambre alberguemos fundadas sospechas sobre lo que expones, no existe ningún documento que lo acredite. Y sin algo que los incrimine es imposible que se les condene.

»No sé si tendrás opción de acercarte a Valencia. Conozco un letrado muy reputado allí, quizás él te oriente. Es lo único que puedo hacer por ti.

Libertad, casi llorando, sólo alcanzó a pronunciar:

Gracias Frédéric, y lo siento. La próxima semana precisamente Luis y yo quedamos en vernos allí. Hemos planificado este viaje con la intención de asistir a la muestra de Sorolla, en la que se expondrán algunos de los cuadros más célebres del pintor. Te prometo que no volveré a comentarte nada más sobre este asunto, salvo para anunciarte la presentación de una denuncia formal, donde se relacionen los concretos hechos con su correspondiente infracción penal.

Durante largo rato el silencio se apoderó de la estancia. Escuchándose solamente el ruido de las cucharillas al remover el azúcar en el café. Era como si buscásemos tenazmente, en los posos del mismo, descifrar la lectura de nuestro futuro más inmediato. Acontecimientos venideros que se mostraban sumidos en un abismo de incertidumbre, cubiertos de densas y siniestras sombras.

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